viernes, 7 de diciembre de 2007

jueves, 6 de diciembre de 2007

Cuando la respuesta es “Esta noche no”

Por Marlene M. Maheu, Doctora en Psicología
Conforme las relaciones envejecen y nos vamos volviendo más mayores el deseo sexual, en ocasiones, disminuye. Esta situación es aún más problemática en las relaciones dónde uno de los miembros de la pareja tiene una tasa “alta” y el otro tiene una tasa “baja”. Un ejemplo ilustrativo lo encontramos en una de las escenas de la película “Annie Hall”. El personaje caracterizado por Woody Allen y su novia se encuentran en la consulta de un psiquiatra. Éste les pregunta a los dos por la frecuencia de sus relaciones sexuales. “Casi nunca”, responde Allen defraudado, “quizás tres veces por semana”. “Constantemente”, responde Diane Keaton, “yo diría que tres veces por semana”. Muchas personas no están seguras sobre qué hacer. A continuación se plantean algunas cuestiones a considerar si usted encuentra que está prefiriendo segar el césped, limpiar la cocina,...

El deseo sexual está formado por dos componentes: biológicos (físicos) y psicológicos.
Dado que una intervención psicológica no ayudará si existe un problema biológico comenzaremos en primer lugar por los factores físicos. Aunque no nos lo parezca cuando somos más jóvenes, el sexo es un sistema biológico muy frágil, que se ve afectado fácilmente por nuestro estado de salud.

Las posibilidades a explorar incluyen las medicaciones que esté tomando en la actualidad.
La mayoría de medicaciones, comúnmente tomadas bajo prescripción, que pueden afectar el deseo sexual son los antidepresivos, ansiolíticos (medicamentos anti-ansiedad), y los antihipertensivos. Las diferentes medicaciones actúan de forma diversa según las personas y no todas tienen por qué verse afectadas. Si usted no está seguro sobre el potencial de una medicación para reducir el deseo sexual, acuda a un farmacéutico o a su médico y consúlteselo. Mejor todavía, acuda a ambos y hágales exactamente la misma pregunta. Compare sus respuestas. A veces una medicación diferente para tratar el mismo problema puede tener menos efectos negativos en el deseo sexual. También debe saber que, en algunas personas, el consumo de alcohol y el consumo de tabaco puede influir en su deseo y en su respuesta sexual.
Aprenda acerca de las diferencias de edad y/o género.

Muchas personas pueden tener una relativa ausencia de problemas en su respuesta sexual hasta muy avanzada edad. Sin embargo, puede haber periodos breves en la vida en que los cambios corporales disminuyan el apetito sexual. Muchas mujeres presentan síntomas de pre-menopausia años antes de llegar a ser menopausicas. Uno de los síntomas es la reducción del deseo sexual. Las mujeres ya están experimentando señales de pre-menopausia a los 35 años. Los hombres también pueden pasar por cambios hormonales. Se pueden medir los niveles de la testosterona y controlarlos a través de un simple análisis de sangre que le puede realizar su médico de cabecera. Tanto hombres como mujeres se pueden beneficiar de un reemplazo hormonal si sus niveles hormonales son escasos.
Piense en la salud en global.

Las personas que padecen enfermedades crónicas (dolor de espalda, jaquecas, lupus, artritis, etc.) a menudo experimentan difícultades en lograr un apetito sexual suficiente como para mantener una actividad sexual vigorosa. La sensibilidad y la buena comunicación sobre lo que es y no es posible pueden de alguna manera hacer que el contacto sexual sea satisfactorio para ambos, incluso si no es tan "salvaje" como uno desearía.
Tenga en consideración las condiciones psicológicas.
Las emociones y el humor pueden tener un efecto negativo en el deseo sexual. Tanto la depresión como la ansiedad, la ira, el miedo, la frustración, la tensión y los problemas en la relación pueden tener un efecto inhibidor. Es difícil conseguir "tener humor " y sentirse cercano si usted acaba de tener una discusión con su pareja o si ha tenido varios días de trabajo agotador. Los desórdenes en la alimentación que lleven a comer excesivamente pueden también provocar dificultades sexuales. Practicar el sexo con el estómago excesivamente lleno puede ser extremadamente incómodo. El problema psicológico se da cuando la persona sabe que esa tarde tiene planeado un encuentro sexual y se encuentra a sí misma comiendo en exceso hasta el extremo de no poder mantener un encuentro sexual completo.

¿Qué puede hacer?

Hable con su pareja.
Intente sentarse y discuta serenamente la situación con su pareja cuando no estén enfadados. Plantear las insuficiencias sexuales en el calor de la batalla no va a ayudarle para la próxima vez que usted se sienta romántico. Escoja un momento en que no vayan a ser interrumpidos y ambos estén dispuestos a hablar racionalmente. Concierte si es necesario una cita. Cerciórese de que la mantiene. Planee algo divertido para que el tema no se vuelva demasiado pesado. Repase las posibilidades descritas anteriormente y decida si usted puede hacer algo para ayudar a superar esta situación. Evite discutir, pinchar, humillar, o emplear la culpabilidad para llevar a su terreno a su pareja.
Solicite ayuda.

Si usted lo intenta y no puede encontrar soluciones adecuadas, sea lo bastante fuerte como para buscar la ayuda de un psicólogo o de un consejero matrimonial especializado en terapia sexual. Insistir en decir que “esto no es un problema" o “yo no necesito ayuda" puede costarle años de placer sexual. ¿Vale tanto su orgullo?.
Busque un psicoterapeuta especializado.
Si decide pedir ayuda, no asuma que todos los terapeutas están entrenados para ayudarle en sus problemas sexuales.

Entreviste telefónicamente al que pueda ser su futuro terapeuta antes de concertar una cita con él. Pregúntele a cuantas parejas ha tratado con su mismo tipo de problema. Si considera que no tiene la suficiente experiencia como para que usted confíe en él, consiga el nombre de algunos especialistas o terapeutas sexuales más. Llame al Colegio de Psicólogos de su provincia y solicite los datos de especialistas en el tema.

Si usted y su pareja consideran seriamente que lo necesitan, hay una amplia variedad de opciones para ayudarle a descubrir maneras de mejorar físicamente su vida sexual. Permítase avergonzarse si es necesario, pero continúe haciendo esfuerzos para mejorar la situación. La mayoría de las personas se sienten avergonzadas cuando deben hablar de su vida sexual, pero se hace más fácil una vez que consiguen empezar. Hay buenos médicos y terapeutas que se preparan para ayudarle a encontrar la manera de decir lo que usted necesita decir. Probablemente superará rápidamente su vergüenza y ¡seguro que se alegrará de haberlo hecho.

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Prevención e intervención en la dinámica de la violencia intrafamiliar

Por: Paola Silva F. - Psicóloga

Desde un punto de vista sistémico las complejas conductas disfuncionales que hay tras la denominada "violencia intrafamiliar" son manifestaciones de desordenes o implicaciones sistémicas que tienen su origen en dos tipos de eventos en la historia familiar de los perpetradores y de las victimas:
• eventos acaecidos en la familia de origen de uno o de ambos miembros de la pareja que han quedado inconclusos. Ellos pueden haber tenido como protagonistas de injusticias, actos de violencia y/o culpabilidad no asumida, a personas de otras generaciones. Sus consecuencias se vienen repitiendo y seguirán repitiéndose a lo largo de muchas generaciones si los hechos acaecidos no son reconocidos y concluidos apropiadamente en el contexto del alma familiar.
• eventos que han afectado el equilibrio en la relación de pareja o actos graves en los que se ha implicado uno o ambos y no han asumido responsablemente sus consecuencias o sus culpas. En estos casos la violencia intrafamiliar es una manifestación de desordenes asociados a otras conductas disfuncionales, como por ejemplo el incesto, los celos, el alcoholismo, destinos familiares difíciles tales como la discapacidad de un hijo, la homosexualidad no asumida..
Un nuevo método psicoterapéutico, creado por el alemán Bert Hellinger, nos ha permitido observar estos eventos cargados de altos niveles de energía afectiva que han sido bloqueados y cómo se expresan a través de sentimientos o emociones sustitutas que resultan incomprensibles incluso para quién las manifiesta, y no se pueden resolver sin una mirada al sistema completo en que se ejercieron.

Así, por ejemplo, si el dolor por actos de violencia perpetrados contra uno por un ser querido no es reconocido y sentido, éste nos lleva paradójicamente a la ceguera ante las propias conductas violentas; por el mismo mecanismo, la negación de una culpa no reconocida de otros miembros del sistema familiar y que no ha sido compensada apropiadamente, se expresa a través de actuar un papel de victima o de victimario de un descendiente a pesar de que éste no tuvo ninguna responsabilidad en los hechos negados o silenciados.

En el enfoque ante la violencia se considera que las causas de esta conducta se hallan en el ámbito de la historia de los afectados y que su curación depende del reconocimiento de la necesidad de poner en orden algo en la psiquis o alma de la familia de origen y/o actual de uno o de ambos integrantes de la pareja.

También es preciso dar herramientas para el manejo de conflictos a quienes ejercen la violencia, proveer a las victimas de habilidades para confrontar en forma apropiada a quienes los hacen objeto de su violencia y fijar límites y aprender a mantener el delicado equilibrio entre dar y recibir de lo bueno y lo malo en el intercambio conyugal.

El trabajo con grupos en que participan miembros de familias, afectadas en diversos grados por el fenómeno de la violencia intrafamiliar, debe estar libre de juicios morales o éticos. Es necesario mirar a los individuos, incluidos a los perpetradores de la violencia, como a niños que obedecen los estándares válidos en su familia de origen. Si se desviaran de ellos, se sentirían culpables y no aceptados ya en su familia de origen. Es aún más difícil cuando esos estándares operan no sólo en la propia familia sino en otras del grupo de referencia de los concernidos. Entonces la presión por seguir esos estándares es aún mayor. Con este trasfondo se puede mirar a las familias de las victimas y los perpetradores de una manera más relajada y con el ánimo de comprenderlas. Así ambos pueden tener un lugar en el corazón del terapeuta y del grupo.

También es preciso estar consciente de que la gente está identificada con perpetradores, entre sus antecesores, que fueron condenados sin reconocer que estaban implicados sistemáticamente. Aquí cabe realizar ejercicios en que los perpetradores ya fallecidos y sus victimas encuentran paz al unirse en un pesar común, lo que facilita la ocurrencia de cambios significativos en las familias.

Es posible observar algunos signos en determinadas etapas de nuestra relación de pareja.
En el noviazgo

Últimamente son frecuentes las noticias de mujeres heridas o golpeadas, inclusive muertas, por sus esposos. Las que han buscado ayuda han reconocido que desde la época de sus noviazgos aparecían detalles que al pasarlos por alto no les permitieron darse cuenta de lo que vendría después.

Cuando uno se enamora suele ver todo "color de rosa". La figura de la otra persona aparece ante nuestros ojos como perfecta. Si le vemos algún pequeño defecto, corremos inmediatamente a buscar una justificación o lo vemos como un asunto pasajero.

El excesivo control de nuestros actos
Si él, por ejemplo, llama constantemente al trabajo o a la casa para saber qué está haciendo ella, se toma como un signo de amor y de preocupación hacia la mujer amada. Si se enoja porque llegamos 10 minutos tarde a la cita, lo atribuimos a un exceso de responsabilidad y puntualidad.

Muchas veces no es hasta que se ha establecido el matrimonio que comenzamos a darnos cuenta quién es realmente la persona que tenemos al lado y nuestra primera sensación es la de habernos casado con un extraño al que hay que dar cuenta de todo, cumplir horarios severamente estrictos y que socava poco a poco nuestra capacidad de decidir y autoestima.

Algunas frases comunes a las que generalmente no prestamos atención son: ¿a dónde vas?, ¿con quién?, ¿por qué?, ¿vas con esa ropa tan provocativa?, ¿a qué hora regresas?, ¿lo saben tus padres? ¿esa amiga yo la conozco?, ¿dónde vive? Y otras que nos parecen puro interés amatorio pero que luego se convierten en motivos de gran ansiedad por si casualidad la hora que dijimos se va a extender o si hubo improvisaciones de último momento que luego él no va a comprender y les va a otorgar otros significados.

El afecto para ellos no es compartible
La primera etapa pudiera decirse que transcurre fundamentalmente en ese tipo de control posesivo. Es importante observar cómo reaccionan ante el amor que podemos sentir hacia otras personas. A ellos les molesta en demasía el cariño hacia familiares, amigos e hijos. Los celos de este tipo prácticamente aparecen en todos los hombres violentos. Es por eso que el nacimiento de los hijos desemboca muchas veces en episodios violentos. Ellos sienten que ya no tienen todo el cariño, que el bebé se lleva la mayor parte, que están desatendidos y por lo general, son incapaces de manejar adecuadamente la situación.
Desean todo nuestro tiempo, pensamientos y devociones para estar seguros de nuestro afecto. Por lo general son personas con baja autoestima que necesitan constantemente una reafirmación de nuestros sentimientos.

¿Conociste bien a su familia de origen?
Es muy importante conocer a la familia del futuro esposo y cómo transcurrió su infancia. Los hombres violentos en su mayoría proceden de hogares donde eran comunes las discusiones, insultos, desvalorizaciones, roturas de objetos, golpes, etc. No todas las personas que tuvieron un hogar así son violentas, pero existen muchas posibilidades de que repitan el modelo familiar cuando establezcan sus propias familias.

La violencia no siempre tiene que ver con los golpes. Las descalificaciones, desvalorizaciones e insultos son síntomas que indican la presencia del fenómeno. Frases comunes son: "Así no se hace eso", "Déjame a mí que tú no sabes", "Eres muy lenta", "Cállate, no seas tarada", "¿qué decís?, si de esto tú no sabes", etc.

El dinero, otro aspecto de la violencia
Otras formas de violencia tienen que ver con lo económico. En estos casos, el hombre mantiene el control del dinero, supervisa en qué cosa se gastó algo por mínimo que sea y la mujer tiene que pedir, a veces, hasta para compras muy pequeñas, como leche, bizcochos, etc.

Cualquier tipo de manifestación de violencia puede convertirse en otra. A medida que avanza la relación, de los insultos se puede pasar a romper objetos, de eso a los golpes y si no hay una detención del problema se puede llegar hasta la muerte.

La Química del amor



Por: Francisco Muñoz de la Peña Castillo
¿Por qué nos enamoramos de una determinada persona y no de otra? Innumerables investigaciones psicológicas demuestran lo decisivo de los recuerdos infantiles -conscientes e inconscientes-. La llamada teoría de la correspondencia puede resumirse en la frase: "cada cual busca la pareja que cree merecer".
Parece ser que antes de que una persona se fije en otra ya ha construido un mapa mental, un molde completo de circuitos cerebrales que determinan lo que le hará enamorarse de una persona y no de otra. El sexólogo John Money considera que los niños desarrollan esos mapas entre los 5 y 8 años de edad como resultado de asociaciones con miembros de su familia, con amigos, con experiencias y hechos fortuitos. Así pues antes de que el verdadero amor llame a nuestra puerta el sujeto ya ha elaborado los rasgos esenciales de la persona ideal a quien amar.

La química del amor es una expresión acertada. En la cascada de reacciones emocionales hay electricidad (descargas neuronales) y hay química (hormonas y otras sustancias que participan). Ellas son las que hacen que una pasión amorosa descontrole nuestra vida y ellas son las que explican buena parte de los signos del enamoramiento.
Cuando encontramos a la persona deseada se dispara la señal de alarma, nuestro organismo entra entonces en ebullición. A través del sistema nervioso el hipotálamo envía mensajes a las diferentes glándulas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas).
Sus efectos se hacen notar al instante:

• El corazón late más deprisa (130 pulsaciones por minuto).
• La presión arterial sistólica (lo que conocemos como máxima) sube.
• Se liberan grasas y azúcares para aumentar la capacidad muscular.
• Se generan más glóbulos rojos a fin de mejorar el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea.

Los síntomas del enamoramiento que muchas personas hemos percibido alguna vez, si hemos sido afortunados, son el resultado de complejas reacciones químicas del organismo que nos hacen a todos sentir aproximadamente lo mismo, aunque a nuestro amor lo sintamos como único en el mundo.

No hay duda: el amor es una enfermedad. Tiene su propio rosario de pensamientos obsesivos y su propio ámbito de acción. Si en la cirrosis es el hígado, los padecimientos y goces del amor se esconden, irónicamente, en esa ingente telaraña de nudos y filamentos que llamamos sistema nervioso autónomo. En ese sistema, todo es impulso y oleaje químico. Aquí se asientan el miedo, el orgullo, los celos, el ardor y, por supuesto, el enamoramiento. A través de nervios microscópicos, los impulsos se transmiten a todos los capilares, folículos pilosos y glándulas sudoríparas del cuerpo.
Hace apenas 13 años que se planteó el estudio del amor como un proceso bioquímico que se inicia en la corteza cerebral, pasa a las neuronas y de allí al sistema endocrino, dando lugar a respuestas fisiológicas intensas.
El verdadero enamoramiento parece ser que sobreviene cuando se produce en el cerebro la FENILETILAMINA, compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas.

Al inundarse el cerebro de esta sustancia, éste responde mediante la secreción de dopamina (neurotransmisor responsable de los mecanismos de refuerzo del cerebro, es decir, de la capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona placer), norepinefrina y oxiticina (además de estimular las contracciones uterinas para el parto y hacer brotar la leche, parece ser además un mensajero químico del deseo sexual), y comienza el trabajo de los neurotransmisores que dan lugar a los arrebatos sentimentales, en síntesis: se está enamorado. Estos compuestos combinados hacen que los enamorados puedan permanecer horas haciendo el amor y noches enteras conversando, sin sensación alguna de cansancio o sueño.

El affair de la feniletilamina con el amor se inició con la teoría propuesta por los médicos Donald F. Klein y Michael Lebowitz del Instituto Psiquiátrico de Nueva York, que sugirieron que el cerebro de una persona enamorada contenía grandes cantidades de feniletilamina y que sería la responsable de las sensaciones y modificaciones fisiológicas que experimentamos cuando estamos enamorados.

Sospecharon de su existencia mientras realizaban un estudio con pacientes aquejados "de mal de amor", una depresión psíquica causada por una desilusión amorosa. Les llamó la atención la compulsiva tendencia de estas personas a devorar grandes cantidades de chocolate, un alimento especialmente rico en feniletilamina por lo que dedujeron que su adicción debía ser una especie de automedicación para combatir el síndrome de abstinencia causado por la falta de esa sustancia. Según su hipótesis el, por ellos llamado, centro de placer del cerebro comienza a producir feniletilamina a gran escala y así es como perdemos la cabeza, vemos el mundo de color de rosa y nos sentimos flotando.
Su actividad perdura de 2 a 3 años, incluso a veces más, pero al final la atracción bioquímica decae. La fase de atracción no dura para siempre. La pareja, entonces, se encuentra ante una dicotomía: separarse o habituarse a manifestaciones más tibias de amor -compañerismo, afecto y tolerancia-.

Con el tiempo el organismo se va haciendo resistente a los efectos de estas sustancias y toda la locura de la pasión se desvanece gradualmente, la fase de atracción no dura para siempre y comienza entonces una segunda fase que podemos denominar de pertenencia dando paso a un amor más sosegado. Se trata de un sentimiento de seguridad, comodidad y paz. Dicho estado está asociado a otra DUCHA QUÍMICA. En este caso son las endorfinas -compuestos químicos naturales de estructura similar a la de la morfina y otros opiáceos- los que confieren la sensación común de seguridad comenzando una nueva etapa, la del apego. Por ello se sufre tanto al perder al ser querido, dejamos de recibir la dosis diaria de narcóticos.
Para conservar la pareja es necesario buscar mecanismos socioculturales (grata convivencia, costumbre, intereses mutuos, etc.), hemos de luchar por que el proceso deje de ser solo químico. Si no se han establecido ligazones de intereses comunes y empatía, la pareja, tras la bajada de FEA, se sentirá cada vez menos enamorada y por ahí llegará la insatisfacción, la frustración, separación e incluso el odio.
Un estudio alemán ha analizado las consecuencias del beso matutino, ése que se dan los cónyuges al despedirse cuando se van a trabajar. Los hombres que besan a sus esposas por la mañana pierden menos días de trabajo por enfermedad, tienen menos accidentes de tráfico, ganan de un 20% a un 30% más y viven unos ¡cinco años más! Para Arthur Sazbo, uno de los científicos autores del estudio, la explicación es sencilla: "Los que salen de casa dando un beso empiezan el día con una actitud más positiva".

Es cierto, no podemos negarlo, es un hecho científico que existe una química interna que se relaciona con nuestras emociones y sentimientos, con nuestro comportamiento, ya que hasta el más sublime está conectado a la producción de alguna hormona.

Existe, sí, una alquimia sexual, pero se relaciona íntimamente con los significados que le damos a los estímulos, y éstos con el poder que les ha concedido una cultura que, a su vez, serán interpretados por cada uno que los vive de acuerdo con sus recursos personales y su historia. Esperemos que estos estudios en un futuro nos conduzcan a descubrir aplicaciones farmacológicas para aliviar las penas de amor.

Relaciones familiares exitosas en 6 pasos

Por Lic. Pilar Pacheco Bowen
El hecho de pertenecer a una familia por un largo tiempo, además del grado de intimidad diaria de la que disfrutamos con ella, parecería ser garantía de relaciones armoniosas y estables entre todos sus miembros. Pero la realidad es otra.

Las relaciones entre sus distintos miembros, llegan en ocasiones a constituirse en un problema bastante serio y preocupante, cuando no logramos establecer los vínculos afectivos que desearíamos con los demás. El convivir en armonía se ha constituido en todo un arte, que muchos de nosotros no cultivamos, en ocasiones por no considerarlo importante si al fin de cuentas a la familia hay que soportarla y punto; y otras veces por que no estamos dispuestos a destinarle el esfuerzo e interés que demanda una tarea así cuyos resultados quizá no son apreciables ni cuantificables pero que indudablemente van a enriquecer profundamente nuestra vida personal y emocional.

Sin tratarse de una receta o de una fórmula, creo que hay aspectos o principios muy básicos para tener en cuenta a la hora de trabajar en saludables y positivas relaciones familiares:
1.- Establecer o asumir LOS ROLES ADECUADOS Y NECESARIOS al buen funcionamiento de un sistema familiar. Cuando la figura de uno de los padres se desdibuja, se lesiona o definitivamente se ausenta del grupo, o cuando damos a los hijos encasillamientos como "mayorcito", "pequeño", "único", además de roles de "pequeña mamá o papá", estamos estableciendo casi de manera automática diferencias bastante artificiales y desnivelando las naturales que deben darse y respetarse en el grupo familiar. El reconocernos como parte activa, vital de una familia nos va a comprometer a una sincera y genuina preocupación por los demás, también nos va a dar una visión responsable de lo que se espera y quiere de nosotros.

2.- Las buenas relaciones familiares se desarrollan y se fortalecen mediante UNA COMUNICACION ASERTIVA, esto es positiva, clara, directa, continua, enriquecedora. Una comunicación que no pretenda imponerse o convencer, que de a conocer no solo ideas sino también emociones y estados de ánimo, que se desarrolle tanto en el escuchar como en el hablar, en fin una comunicación que represente una ventana abierta a los demás a través de la cual nos dejemos penetrar a la vez que permitamos a otros darse a conocer.

3.- EL COMPAÑERISMO SANO es requerido también en el área relacional. Hay que desarrollar una verdadera amistad entre los miembros de una familia, conociéndose, cediendo tiempo o dejando de lado mis preferencias para compartir, no estando juntos por obligación como algo que no se puede evitar; solo así nuestro entorno familiar se va a constituir en la forma más cercana y segura de llenar nuestras necesidades más profundad de intimidad. No hay que ir a buscar más lejos lo que podemos cultivar con las personas que Dios ha colocado tan cerca de nosotros, es un engaño pensar que voy a poder mantener con los de fuera dotes de amistad a las que he renunciado con los míos.

4.- Unas relaciones familiares adecuadas requiere aprender a manejar A PERSONAS DIFICILES, CONFLICTOS, CRISIS Y A DESARROLLAR FORMAS CREATIVAS DE SOLUCION en el seno de la misma. El tener que lidiar con personas distintas, susceptibles de cambios, sujetas a circunstancias nos obliga a abrir nuestra comprensión hacia otras maneras de ver la vida a la vez que aprenderemos el respeto necesario a los demás con la sola consigna de la paz familiar. Indudablemente habrá que crear por igual, algunas maneras eficientes de evitar, manejar y reconciliar a las personas o los momentos difíciles que se den en el marco del diario vivir, respetando la esencia misma del ser individual e intentando comprender su situación dentro del problema. Si estas iniciativas son sinceras y nacen de una auténtica vocación pacificadora van a surtir el efecto deseado, enseñándonos también otras maneras distintas de reaccionar en situaciones límites.

5.- Tenemos que trabajar seriamente para MANTENER MOMENTOS ESPECIALES Y TRADICIONES FAMILIARES. El calendario normal trae muchas fechas históricas, conmemorativas y hasta comerciales; si deseamos podríamos poner en cada una de ellas nuestro sello personalísimo o lo que es mejor podríamos tomar iniciativas para procurar a nuestras familias ocasiones especiales, llenas de detalles significativos que se graben en sus corazones. También es recomendable no abandonar las tradiciones que se han mantenido desde antes y que puedan representar en nuestra vida un motivo de unión o regocijo con los nuestros. Hemos cedido muy fácilmente a otras costumbres y hasta a fechas importadas, que lo único que hacen es colocarnos cada vez más distantes unos de otros, terminando de completar un panorama nada halagador para la familia de hoy.

6.- Indiscutiblemente la PRESENCIA DE DIOS, en nuestras vidas y en nuestras familias, va a llevarnos con toda seguridad a mejorar el área de las relaciones familiares. El creó al hombre y a la naturaleza con un diseño muy particular: una pareja inicial, hijos que se agregan, familia extensiva, y luego una gama de personas que se suman en distintos momentos de nuestra vida. Estableció también una regla de oro de aplicación ineludible para los que anhelan tener y mantener relaciones humanas satisfactorias: " Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos". Observe Usted que este mismo principio fue enunciado por Confucio de la siguiente manera: "No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti".

¿Hay alguna diferencia en el enunciado? Seguro que sí. La clave de las relaciones correctas para la familia y entre personas en general NO RADICA EN EL "NO HACER", SINO MAS BIEN EN EL "HACER" y ¡bueno!, lo dejo con el desafío de todo lo que tiene que HACER para lograr esas relaciones familiares positivas, tan deseadas pero a la vez tan descuidadas.

La depresión y la relación entre hermanos



Un reciente estudio realizado en la Cátedra de Psiquiatría de la Universidad de Harvard, demostró que los hombres que mantuvieron una mala relación con sus hermanos durante la niñez tienen un mayor riesgo de sufrir depresión en su vida adulta con respecto a aquellos cuya relación entre hermanos fue armónica.

Esto no significa de ningún modo que la mala relación con los hermanos cause depresión pero si quiere decir que existe una estrecha relación entre ese tipo de vínculos y la depresión. Además parecería ser más significativo este factor que la calidad de la crianza por parte de los padres que aparenta tener un menor efecto sobre el riesgo de padecer este trastorno.
Los resultados de este estudio fueron publicados en la edición de junio de la revista “The American Journal of Psichiatry y se basan en investigaciones seguidas durante más de treinta años, debiendo los mismos sujetos completar un cuestionario cada dos años y también sus padres. Además, los voluntarios fueron entrevistados nuevamente a los 25, 30 y 50 años.
Los cuestionarios bianuales continúan hasta el presente.

Este tipo de seguimiento longitudinal es uno de los recursos más difícil de controlar en las investigaciones, debido principalmente a las deserciones que por múltiples motivos personales se producen por el paso del tiempo.
Ninguno de los 21 hombres que habían perdido a su padre en la niñez desarrolló depresión, pero entre aquellos que tuvieron una relación mala o destructiva con sus hermanos, un porcentaje significativo experimentó en la adultez episodios de mayor depresión.

Una de las críticas que se le hace a este estudio es que esta investigación fue realizada sólo con varones y puede que sólo en los hombres exista este tipo de relación entre la depresión y el vínculo con los hermanos.
Estas relaciones no han sido estudiadas convenientemente, habiendo sido más frecuentes las investigaciones relacionadas con los vínculos con los padres.
También es importante considerar que la mayoría de las veces las rivalidades entre hermanos sobrevienen precisamente por diferencias que hacen sus padres en su trato con ellos.
Generalmente los padres suelen proteger más a los hijos aparentemente más desvalidos o débiles y exigirles más a los hijos normales; pero también es evidente que cuando existen factores de personalidad más compatibles en alguno de los hijos los padres no pueden evitar demostrar su preferencia.

No se trata de ser buenos o malos padres sino en que es inevitable el hecho de que mantengan mejores vínculos con los hijos con los que tienen mayores afinidades y relaciones más difíciles con otros que piensan diferente.
Los hijos no son todos iguales y hay que aceptar que esa diferencia es precisamente la que va a determinar de alguna manera el trato con sus padres, pero esto no quiere decir que un trato distinto pueda significar falta de afecto.

¿Por qué fracasan los matrimonios jóvenes?



P. Carlos E. García Llerena CJM

Se me desgarra el corazón cuando constato la fragilidad y mortandad de tantos matrimonios jóvenes, algunos de ellos incluso fracasando antes del primer año de convivencia, y me pregunto: ¿qué estará pasando?, ¿dónde está la falla?, ¿de quién es la culpa?, ¿es que se puede prevenir?
A lo largo de un año de investigación puede aislar las que considero las causas más importantes que llevan al fracaso a los matrimonios jóvenes. Pasemos a verlas:

Hijos sobreprotegidos
En la segunda mitad del siglo XX el mundo en que vivimos pasó de ser eminentemente rural a ser exageradamente urbano. De pequeños pueblos se ha pasado a Mega ciudades y de familias numerosas, necesarias para hacer producir la tierra, a familias con uno o dos hijos que son una constante reiterativa de consumos y gastos.
En las familias numerosas, los hijos aprendían a vivir en un medio competitivo y a desarrollar sus mejores cualidades para "sobrevivir" entre sus hermanos, no había sobreprotección y la competencia era la regla. En las familias urbanas, los peligros que entraña la ciudad y la escasez de hijos vuelven a los padres sobre protectores. Se les evita sufrimientos y se les llena de cosas, al punto que no saben valorar lo que no les ha costado. Los padres hacen incluso las cosas que les corresponde hacer a sus hijos, volviéndolos inútiles. Son hijos a los que se les ha evitado el sufrimiento al punto de volverlos ineptos para un mundo altamente competitivo.
Intolerantes a los conflictos
La sobreprotección ha terminado por volverlos intolerantes para afrontar los conflictos que la vida de pareja les depara. Acostumbrados a tener siempre lo que quieren, exigen de su pareja se comporte como lo han hecho sus padres, cediendo en todo y satisfaciendo todos sus caprichos y necesidades. Cuando adviene el conflicto, no son capaces de ceder ni de afrontar la situación, entonces la mejor salida al conflicto se vuelve el evitarlo y darle la espalda. ¿Ha donde escapar?, pues al único lugar donde nos comprenden: "debajo de las polleras de la mamita".

Cortarles la vía de Escape
En mis estudios romanos, en el trabajo de campo realizado, constaté que en el 70 % de los matrimonios que fracasan por una "tercera persona", esta tercera persona no era necesariamente un amante sino que en la gran mayoría de los caso se trataba de un familiar cercano, en especial la madre de uno de los cónyuges, o sea la suegra.
Constaté que muchos de los hijos que "partían" para formar un nuevo hogar, aún mantenía en sus casas de origen, el dormitorio de soltero que la madre le tenía siempre listo para cuando quisiera "llegar a descansar". ¿Descansar de qué o de quién? - me pregunto - y la única respuesta que encuentro es que del "pobre cónyuge" con quien su hijo se casó.
Creo ser el único sacerdote que cuando una pareja le pide celebre su matrimonio, les exijo conversar con sus padres. Y cuando los tengo cerca les invitó a "cortarle la vía de escape" a sus hijos. O sea, que le digan claramente a su "hijo casandero" que su dormitorio de soltero desaparecerá, será entregado a otro hermano o convertido en estudio, costurero o gimnasio.
Si la vía de escape está cerrada, les tocará enfrentar con sus cónyuges los problemas antes de intentar una "Tocata y fuga".

El casado casa quiere
Ya el Génesis 2:24, atribuido a la tradición Elohista, y por lo tanto con más de 3.000 años de antigüedad; nos da la clave inicial para la supervivencia de un matrimonio: "Dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne".
Si los matrimonios jóvenes le hicieran caso a este texto bíblico, no habría tantos fracasos. Este pasaje tiene más de tres mil años de antigüedad y resume la esencia del matrimonio. De ahí que la primera recomendación que siempre les hago a los futuros esposos es el de salir de la casa paterna e ir a formar su propio hogar bajo su propio techo, aunque sea arrendado, ya que cómo dice el viejo dicho: "El casado, casa quiere".
Suelo insistir en que los novios deben prepararse para el matrimonio como uno se prepara para ser médico, ingeniero o economista. Los jóvenes llegan apresurados con la idea de casarse sin querer hacer el curso prematrimonial. Además, cuando les pregunto ¿dónde van a vivir? y me dicen que con los papás de él o de ella, y no estoy de acuerdo con que un matrimonio nuevo viva "arrimado" pues cómo dice otro dicho popular: "Un Gallo no cacarear en corral ajeno", y menos en el corral de sus suegros.
Aconsejo a los futuros esposos que deben buscar primero dónde van a vivir, porque lo ideal es que empiecen los dos juntos y solos, para que puedan construir su nido de amor y formar una relación fuerte de interdependencia, excluyendo a terceros.

Se unirá a su mujer
Mi segunda recomendación, también inspirada en Génesis 2:24: es: "Se unirá a su mujer." .El hombre debe aceptar a su cónyuge con sus cualidades y defectos. Si le descubre aspectos negativos, acéptelo como es y no trate de cambiarlo, ni menos se le ocurra pensar que su pareja cambiará con el matrimonio, pues el matrimonio nunca mejora las cosas, sino más bien, tiende a complicarlas. Todavía oigo decir a muchas mujeres: "Cuando me case, él dejará de ser mujeriego o dejará el trago".

Saber a qué atenerse
El tercer consejo de Génesis 2:24: La mujer y el hombre deben saber a qué atenerse pues el matrimonio implica que los dos serán una sola persona donde los proyectos individuales se cambiarán por proyectos de pareja. Las decisiones se tomarán también en pareja. Tanto él como ella comenzarán dejarán a sus amigos individuales, para empezar a salir con parejas amigas y no el uno por un lado y el otro por otro con sus respectivos amigos.
El éxito del matrimonio no está en saber ganar, sino en saber ceder. Porque si ninguno está dispuesto a ceder, la unión va camino al fracaso. Cuando uno está dispuesto a perder es cuando gana.

Cómo acabar con las discusiones
Para las parejas que viven peleando les tengo un secreto para que estas discusiones se acaben. Cuando discutan, tengan en cuenta lo siguiente: El primero que levanta la voz, grita y comienza a insultar está perdido, pues por psicología, el que tiene la razón NUNCA necesita levantar la voz. Patear el tablero es signo de no tener argumentos, por lo tanto es el que realmente ha perdido en la discusión; porque quien tiene la razón no necesita jamás levantar la voz".
Me entristece escuchar en novios ya comprometidos en matrimonio, frases cómo: "Me voy a casar, pero si me va mal me separo". Si de entrada, antes de haber iniciado la experiencia van ya con esa premisa negativa, entonces aquel matrimonio jamás va a tener éxito.
A los padres de hoy les recomiendo educar a sus hijos en el compartir, a no satisfacer todas sus necesidades, ya que así podemos estar creando hijos excesivamente individualistas e incapaces para el amor.
El respeto mutuo es el eje central que siempre debe cuidarse en un matrimonio, pues si hay respeto y consideración por el otro, ese matrimonio tendrá la garantía y certeza de llegar a envejecer juntos.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

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¿Son lícitas las relaciones sexuales antes del matrimonio?

1ª Corintios 6:13 b dice: “Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.”
¿Sabías tú que en la Biblia a las relaciones sexuales antes del matrimonio se les llama ‘fornicación’? Ese es el nombre correcto. El mundo no le llama fornicación, porque el mundo quiere presentar esa relación como inocua, atractiva y placentera, y como que no deja ninguna secuela, ni produce ningún problema; es solamente una ‘interesante relación’, ‘un buen momento’, etc. Pero es una fornicación.
El mayor pecado: el pecado contra el cuerpo
Leamos también el 16 y el 20: “¿O no sabéis que el que se une con una ramera es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne… Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.
Aquí se habla de que hay que huir de la fornicación, (después vamos a ver que ante estas cosas tú puedes huir o no huir). Lo que aquí se dice es que hay que huir, ¿y uno huye delante de qué? ¡Uno huye delante de un peligro! Yo creo que no es necesario decirte que huyas cuando ves a un león, ¡lo haces espontáneamente! Pero de este otro asunto probablemente tú no huyas espontáneamente, al contrario, te vas a sentir atraído, y por eso la Escritura dice: “Huid de la fornicación”. Así como en otro lugar de las Escrituras dice: “Huye de las pasiones juveniles” (2ª Tim2:22).
Aquí se dice algo que es privativo de la fornicación, que lo diferencia de cualquier otro pecado. ¿Qué es eso? ¿Y cuál es la gravedad de este pecado por sobre otros? Es que el que fornica, peca contra su propio cuerpo, en cambio los otros pecados están fuera del cuerpo.
El triste saldo de la fornicación
Vamos ahora a Proverbios 5:1-6: “Hijo mío, está atento a mi sabiduría, y a mi inteligencia inclina tu oído, para que guardes consejo, y tus labios conserven la ciencia. Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite; mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos. Sus pies descienden a la muerte; sus pasos conducen al Seol. Sus caminos son inestables, no los conocerás, si no considerares el camino de la vida.”


Consérvate puro
¿Cómo conservarse puro? Vamos a leer el Salmo 119:9-11: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Con todo mi corazón te he buscado; no me dejes desviarme de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti”. Lo primero, amado hermano joven, es tener la palabra del Señor en el corazón, tenerla cerca, leerla, llenarse de la palabra.
Evitar malas compañías
Veamos ahora algo más sobre esto. El versículo 63 de este mismo capítulo 119: “Compañero soy yo de todos los que te temen, y guardan tus mandamientos”. Te pregunto directamente: ¿De quién eres compañero? ¿De los que temen al Señor, de los que guardan sus mandamientos? Mira, si tú eres compañero de los que no temen al Señor y no guardan su palabra, entonces, estás en peligro.